jueves, 1 de noviembre de 2012

ADAM SMITH



                La figura de Adam Smith ha constituido uno de los principales campos de batalla dentro de la discusión intelectual que despertó el nacimiento de la economía como disciplina autónoma, indisolublemente ligado al desarrollo del capitalismo a partir del empuje de la Revolución Industrial (y obviamente, por lo tanto, a conflictos mucho más concretos que meras disputas teóricas). Considerado mayoritariamente como el padre fundador de la economía en tanto que disciplina autónoma, la originalidad de su aportación intelectual es objeto de dudas, así como su clasificación como economista y el sentido global de su obra. Pilar base del posterior desarrollo del pensamiento liberal, del que es considerado iniciador y referente básico, jamás participó de unos principios que no se estructurarán hasta después de su muerte (recordemos que el origen del término liberal suele asociarse al proceso constituyente de las Cortes de Cádiz).
                La propia obra de Smith no hace sino facilitar estas confusiones (aunque esto no justifica su manipulación en pos de unos determinados intereses), dado que la riqueza de sus escritos tropieza a menudo con una cierta desestructuración  e indefinición. Dentro de su obra capital, La Riqueza de las Naciones, han querido (y podido) verse expuestas teorías diversas y contradictorias en torno a muchos de los temas tratados, mientras que la relación entre el conjunto de su obra es también fuente de constante debate. A pesar de ser conocido por su aportación a la disciplina económica, Smith se mantuvo casi toda su vida más cercano al campo de la filosofía, labor que se tradujo en una diversa producción escrita que abarcaba desde ensayos sobre poesía hasta incursiones en la astronomía. En este punto cobra especial relevancia La teoría de los sentimientos morales, su pieza más destacada al margen de La Riqueza de las Naciones, que supone un trabajo destacable, aunque no original, sobre filosofía moral. Es en la coherencia entre estos dos libros donde la controversia sobre el conjunto del pensamiento smithiano y su estructuración ha centrado sus principales cuestiones.

Independientemente de las consideraciones que puedan hacerse sobre el resto de su obra y de cómo encaja el conjunto de ésta, su producción más destacada es sin duda la célebre La Riqueza de las Naciones, denominación común con la que suele resumirse el más extenso título de Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. Desde su publicación en 1776 conoció una rápida y extensa difusión, logrando un éxito inmediato que le valió a Smith ser considerado el fundador de la ciencia económica. Pero lo cierto es que, aunque ha querido verse aquí la primera muestra de de un pensamiento económico sistematizado, este texto es una confluencia de elementos procedentes de la tradición económica previa, digresiones difusas, exposiciones contradictorias, agudas críticas, curiosos ejemplos y numerosos datos, sin llegar a conformar en realidad una exposición totalmente ordenada.
                De este modo, tal y como señala Perdices de Blas, dentro de La Riqueza de las Naciones pueden encontrarse esbozabas diversas teorías diferenciadas sobre temas centrales del pensamiento económico como pueden ser la teoría del valor (Perdices de Blas distingue hasta cuatro posibles teorías) o los salarios (cinco). La teoría del valor sería el punto base de todo el modelo económico smithsiano y el elemento fundamental sobre el que giraría a partir de entonces el desarrollo posterior de la disciplina. Obviando la espinoso cuestión de la relación entre valor de uso y valor de cambio, Smith centra su análisis en el segundo proponiendo lo que podría definirse como “teoría del valor-trabajo” que puede llegar a matizarse en una “teoría coste de producción”. El primer modelo explicaría el valor como el reflejo del trabajo incorporado durante la producción de una determinada mercancía. Atendiendo a las diferencias entre tipos de trabajos se llega, a través de la consideración de los salarios como elemento determinante, a la teoría coste de producción, siendo la suma de los factores trabajo, tierra y capital los definidores del precio. Esta teoría del valor enlazaría directamente con otra de las aportaciones más destacadas de Smith al pensamiento económico, la diferenciación entre precio de mercado y precio natural. Siguiendo estas categorías el precio natural supondría aquello que obtenemos por la teoría del valor, mientras que el precio de mercado sería el resultado de las fluctuaciones que la práctica económica conocería en torno a este primer precio natural, atendiendo a la ley de la oferta y la demanda.
                Si el precio natural cubre el factor trabajo, capital y tierra, esto supone entrar a considerar beneficios y salarios, que conforman los dos primeros elementos. Salarios y beneficios los analiza Smith de un modo conjunto, dado que la teoría que analiza la lógica de los salarios explica también el funcionamiento de los beneficios. La teoría del fondo de salarios consideraría estos como la cuantía que el capitalista dedica a satisfacer las necesidades de sus trabajadores a cambio de hacerse con el fruto de su trabajo, por lo que el salario sería un adelanto del futuro beneficio. La relación entre la cantidad de capital disponible para este fondo de salarios y la demanda de trabajo explicaría las dinámicas de los salarios, en una relación constante que a largo plazo Smith considera de un modo optimista, creyendo sortear la ley de bronce (salarios de subsistencia) viendo un progreso de las condiciones de los trabajadores en un supuesto mayor crecimiento a largo plazo de la demanda que de la oferta de trabajo, lo que eliminaría las restricciones que plantean los análisis relacionados con las barreras planteadas por el crecimiento demográfico y los medios de subsistencia disponibles. Pero en este punto hay que señalar de nuevo la variedad de las consideraciones presentes en la obra, puesto que Smith plantea también un conjunto de reflexiones sobre la relación entre la cuantía de los salarios y las relaciones de negociación entre trabajadores y patrones. En este punto aparecen algunos de los elementos críticos más pesimistas de la obra de Smith, algo que se hará presente también al tratar los efectos deshumanizadores de la división del trabajo, aunque a este respecto mantendrá una posición ambigua, alabando por un lado sus virtudes productivas y considerándolo fuente de progreso y por otro criticando sus peligrosas consecuencias sobre el trabajador.

                El funcionamiento de todo este modelo viene determinado en última instancia, según Smith, por la determinante necesidad de contar con el ahorro de los capitalistas, esto es, la necesidad de la reinversión constante de los beneficios, como presupuesto básico de la evolución económica en el marco de un modelo de competencia. La correcta evolución de la economía depende por lo tanto de que este ahorro se incorpore a la producción, sin que exista ninguna fuga en este proceso. Pero el elemento básico que pone en funcionamiento todo esto sería, como ya es sabido, el interés privado, que impulsado a través de la competencia se traduciría en el beneficio común. Pero no debe confundirse este principio, que supone un axioma de partida para sustentar toda la argumentación de Smith, con las reinterpretaciones que se han ido haciendo desde los sectores del liberalismo más extremista y simplista. Smith concede una importancia destacada al papel jugado por el Estado y las instituciones en diversas esferas (educación, defensa, obras públicas, etc.), y el Derecho adquiere una relevancia fundamental en toda su obra. En este punto las conexiones entre La teoría de los sentimientos morales y La riqueza de las naciones son más fuertes que nunca, dado que en ambas se le reconoce a la Justicia el carácter de pilar básico que garantiza el funcionamiento de toda la estructura social. Este punto le aleja bastante de la tradición liberal en la que ha querido sumergírsele de un modo tendencioso y anacrónico, posibilitando muchas otras formas de lectura del pensamiento de Adam Smith, una necesidad imperiosa debido al uso y abuso que ha sufrido su obra desde determinados sectores intelectuales y la gran cantidad de prejuicios y cargas acumulados a su alrededor.

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