domingo, 4 de noviembre de 2012

Karl Polanyi (1886-1964)


La importancia de Karl Polanyi, pensador económico revalorizado en la actualidad, radica en que fue defensor de una vía intermedia entre el socialismo y el capitalismo de libre mercado, vía que tal vez no ha sido suficientemente explorada aún.

Polanyi nació en una familia de intelectuales húngaros en 1886, y cursó Filosofía y Derecho en la Universidad de Budapest. Participó en la 1ª GM y, tras el desmoronamiento del Imperio Austro-húngaro y el establecimiento de la República Soviética de Hungría, huyó a Viena, escapando del comunismo.

En los años 20 realizó en Viena una crítica de la escuela austriaca de economía, comenzando a interesarse por movimientos como el fabianismo británico y el socialismo cristiano. Polanyi defendía una economía colectivizada pero no centralizada, es decir, no en el marco de un Estado totalitario, sino controlada por pequeñas organizaciones de ámbito local.

En 1933 vuelve a huir, esta vez por el ascenso del nazismo en Austria tras la victoria electoral de Hitler, y se instala en Londres. Durante la 2ª GM estuvo en EE UU, trabajando en lo que sería su gran obra: La Gran Transformación, publicada en 1944 y que obtuvo buenas críticas de la comunidad académica. No obstante, el pasado comunista de su mujer le acarreó problemas de todo tipo.

Hasta su muerte en 1964, hubo de vivir entre EE UU y Canadá. Sus últimos trabajos versaron sobre la economía de las civilizaciones antiguas, investigaciones recopiladas en Comercio y mercado en los imperios antiguos, de 1957.

LA GRAN TRANSFORMACIÓN

La obra magna de Polanyi tiene por objeto el estudio de los grandes cambios económicos de los siglos XIX y XX. Para el autor, las revoluciones liberal e industrial habían traído consigo la destrucción del orden social previo, y estaban actuando contra el propio ser humano y contra sus entornos naturales. El sistema tradicional de trabajo, que proporcionaba cierta seguridad, se había sustituido por un mercado de trabajo, donde todos los factores de producción (tierra, dinero y trabajo) se habían convertido en mercancías al servicio del capital.

En este contexto, la nueva economía de mercado y los modernos Estados-nación habían conformado lo que Polanyi llamó por primera vez sociedad de mercado. Y es que, para hacer posible el laissez faire, los liberales necesitaban una separación entre lo político y lo económico. Por eso, las revoluciones del siglo XIX no pueden contarse en términos de «progreso» o «modernización», sino como resultado de estas maniobras de la burguesía para eludir sus vínculos con el Estado.

De este modo, Polanyi considera que movimientos como el comunismo o el fascismo no eran sino reacciones naturales ante la avalancha liberalizadora que había acabado con los cimientos de la sociedad. Su punto de vista es, por tanto, muy crítico con el liberalismo, pero tampoco es marxista: defiende un capitalismo más social, una economía planificada a nivel municipal que contrarreste los efectos más negativos del laissez faire.

Grupo 1: Javier Santos, Juan Sainz de Robles, Juan Cuevas y Lorena Pacheco. 

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